¡El Capital continúa imponiendo su dictadura sobre nuestras vidas!


Han transcurrido ya treinta y nueve años de aquel marzo de 1976 en el que quedó formalizado el terrorismo de Estado y la práctica de la desaparición forzada de personas por parte de la clase dominante de entonces.
Así y todo, consideramos que los mecanismos y dispositivos esenciales que utilizó y ejecutó la burguesía junto con los militares y la Iglesia para desarticular la trama de solidaridades sociales, lejos de haber dejado de ser utilizadas, continúan funcionando, fenómeno que se expresa a diario en la “incomprensión” de los trabajadores formales frente a los reclamos de los precarizados y excluidos.
Las marcas del terror en los cuerpos y la indiferencia se expresan en la actitud muchas veces sumisa frente a la prepotencia de la patronal y el Estado, una verdadera actitud de sumisión frente a maniobras arteras y a la demagogia implícita o explícita de los jerarcas. La maquinaria instalada por la última dictadura cívico militar generó una cultura del egoísmo y el aislamiento, el individualismo exacerbado, la sospecha del prójimo.
Se hace, entonces, indispensable e impostergable retomar las prácticas solidarias entre oprimidos y la acción directa contra quienes nos explotan cotidianamente. Porque, y la historia bien lo demuestra, fue con estas prácticas que el movimiento obrero tuvo su mayor grado de agitación y acción revolucionaria.
Frente a la dicotomía democracia-dictadura, nuestra postura sigue siendo invariable: ambas son formas de opresión que encuentran los capitalistas cuando una u otra se agota, para continuar reproduciendo este sistema de muerte. Si no, basta con observar como, por ejemplo, los Estados democráticos occidentales no tienen ningún problema a la hora de comerciar con las dictaduras en el norte de África y de Oriente medio: quien gobierne queda en un segundo plano, lo importante es la circulación de mercancías y el incremento de las ganancias capitalistas.
Para los proletarios, la dictadura del Capital se continúa imponiendo, ya sea desde el Estado con su Ley Antiterrorista y demás legislación; desde las patronales, que nos condenan a la precarización y el trabajo esclavo; y desde los sindicatos, que envían a sus patotas para aniquilar cualquier intento de organización autónoma del proletariado.
Retomemos, pues, la organización revolucionaria de los trabajadores libre y horizontal, recordando que dependemos de nosotros mismos para poner fin a la explotación y la opresión.

¡Ni dictadura ni democracia! ¡Por la Revolución Social!
¡Viva el Comunismo Anárquico!

Sociedad de Resistencia de Oficios Varios Rosario
Adherida a la Federación Obrera Regional Argentina – AIT

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